Como ya vimos en nuestro artículo anterior sobre embarazo y en esta semana sobre la lactancia, las necesidades de energía y de la mayoría de los nutrientes se ven incrementadas en la mujer por los cambios producidos en su organismo. Una dieta con carencias durante estas etapas podría afectar a la salud de la madre y del niño.
Fisiología de la lactancia
Durante la pubertad se desarrolla la glándula mamaria y es en la gestación cuando se prepara ya para la lactancia. En este proceso intervienen hormonas como los estrógenos, progesterona, y lactógeno placentario. Los estrógenos estimulan que se desarrollen los conductos galactóforos que conducirán la salida de la leche a través del pezón. La progesterona interviene en la proliferación del alveolo mamario. El lactógeno placentario se produce durante los últimos meses del embarazo y modifica los alveolos para la producción final de la leche(1).
Una vez que se expulsa la placenta después del parto se reducen los niveles de estrógenos, progesterona y lactógeno placentario y de forma simultánea se incrementan los niveles de oxitocina (hormona responsable de la salida de la leche) y prolactina (hormona encargada de la producción de leche) que son las responsables de la secreción final de la leche(1,2).
¿Cómo varía el volumen y la composición de la leche?
Tanto el volumen como la composición de la leche varían en función de la etapa de la lactancia y también según la hora del día. Entre los días 1 al 4 del puerperio se secreta el calostro, que es un fluido de color amarillento (por su alto contenido en beta carotenos), y es pobre en grasa e hidratos de carbono aunque más rico en minerales y proteínas como las inmunoglobulinas(2).
Entre los días 4 y 21, tras la gestación, se produce la leche de transición, aumenta la concentración de los hidratos de carbono y de lípidos y van reduciéndose los minerales y proteínas.
A la tercera semana del puerperio, hablamos de la leche madura que tiene una composición estable y se produce mientras continúe la succión.
Se ha comprobado que la concentración de nutrientes de la leche es mayor por la mañana, siendo la primera porción la que resulta más rica en hidratos de carbono y la última más rica en grasas(3).
Necesidades de energía y de nutrientes de la madre
Durante los primeros seis meses de lactancia: la mujer lactante necesitaría ingerir unas 750 kcal diarias adicionales. Sin embargo, dado que durante la gestación se generan reservas de grasa, la ingesta recomendada en este periodo se incrementan en menos cantidad y son aproximadamente unas 500 kcal al día. Si la madre durante el embarazo ha generado menos reserva grasa, la necesidad de aumento de energía puede ser superior (4).
A partir de los seis meses siguientes, los depósitos de grasa se van agotando. La utilización de la grasa durante el embarazo va a ayudar a la madre a que recupere el peso previo a la gestación, pero durante la lactancia no deben seguirse en ningún caso dietas hipocalóricas de menos de 1500 kcal. Se podría ver afectada la composición de la leche al tener menor aporte de nutrientes y podría suponer un perjuicio tanto para la madre como para el niño.
Proteínas: las fuentes consultadas recomiendan un aumento de unos 25 g diarios. Hay que tener en cuenta que la mujer lactante no sólo tiene que cubrir sus necesidades proteicas, sino también las que se derivan de la pérdida de nutrientes a través de la leche(5).
Hidratos de carbono y fibra: la ingesta que se aconseja no está modificada con respecto a la población general ya que la motilidad gastrointestinal ya no está disminuida y, por tanto el consumo de fibra debe ser de 25-30 g/día.
Grasas: la mujer lactante debe cuidar el tipo de grasa que ingiere. Según los estudios realizados, hay una gran influencia de la cantidad de pescado en la dieta de la madre y los niveles de ácido docosahexaenoico (DHA) presentes en la leche materna. También se ha encontrado una relación positiva entre las concentraciones de este ácido graso en la leche materna y el desarrollo visual y del lenguaje de los descendientes(6).
Vitaminas y minerales: una ingesta de vitaminas escasa hace que su presencia en la leche materna sea también baja, pero excepto en ocasiones, no se ha comprobado que al aumentar su ingesta sobre los niveles recomendados suponga unos niveles muy elevados de vitaminas en la leche. Hay que tener en cuenta que muchas de las patologías de los niños recién nacidos se asocian a procesos de peroxidación y, por tanto, es necesario que la madre posea una situación adecuada de nutrientes antioxidantes. Especial cuidado con las mujeres que fuman que suelen tener niveles más bajos de vitaminas antioxidantes como las vitaminas C y E(7).
En cuanto a minerales como el hierro, las ingestas recomendadas no se ven modificadas con relación a las que no son lactantes, ya que es relativamente poca la presencia de este mineral en la leche materna y por la ausencia de menstruación durante este periodo. Sí resulta sin embargo esencial asegurarse una ingesta adecuada de calcio, ya que este mineral está muy presente en la leche (280 mg/L aproximadamente) y podría perjudicar la densidad mineral ósea de la madre(8). Otros minerales como el selenio, zinc, yodo o manganeso, están muy relacionados entre la situación nutricional de la madre y el contenido en la leche. Si la ingesta de estos minerales es insuficiente, podría afectar al crecimiento y salud del lactante.
Para más información sobre las pautas dietéticas a seguir por la mujer lactante, puedes ponerte en contacto con nosotros.
Bibliografía
1. Salazar S, Chávez M, Delgado X, Eudis Rubio T. Lactancia materna. Arch Venez Puer Ped [Internet]. 2009 [citado 12 marzo 2020] ; 72( 4 ):p. 163-166. Disponible en: http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0004-06492009000400010&lng=es.
2. Aguilar Cordero MJ, Baena L, Sánchez A, Guisado R, Hermoso E. et al. Beneficios inmunológicos de la leche humana para la madre y el niño: revisión sistemática. Nutr. Hosp. [Internet]. 2016 [citado 12 marzo 2020] ; 33( 2 ): p.482-493. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112016000200046&lng=es. http://dx.doi.org/10.20960/nh.526.
3. Macías S, Rodríguez S, Ronayne de Ferrer P. Leche materna: composición y factores condicionantes de la lactancia. Arch Argent Pediat. 2006;104(5):p. 423-30. Disponible en: https://www.sap.org.ar/docs/archivos/2006/arch06_5/v104n5a08.pdf
4. Lovelady C, Stephensonk K , Williams J. The effects of dieting on food and nutrient intake of lactating women. J Am Diet Assoc. 2006;106(6):p. 908-912. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16720131
5. Fernández Ballart J, Arija V, Cucó G, Murphy M. Nutrición durante el embarazo y la lactancia. En Serra-Aranceta. Nutrición y salud pública. 2006. Barcelona: Masson.
6. Patin R, Vitolo M, Valverde M, Carvalho P, Pastore G et al. The influence of sardine consumption on the omega 3 fatty acid content of mature human milk. J Pediatr. 2006;82(1):p.63-69.
7. Ortega RM, Martínez R, López Sobaler A, Andrés P, Quintas M. The consumption of food energy and nutrients in pregnant women: differences with respect to smoking habits. Nutr Res. 1998;18:p.1691-1701.
8. Ortega R, Martínez R, López Sobaler A. La nutrición durante el embarazo y la lactancia como condicionantes de la salud en etapas posteriores de la vida. Alim Nutr Salud. 2004;11:p.31-36.